miércoles, 2 de abril de 2014

Juegos del Hambre: Mi historia

El cañón sonó. Yo me quede paralizada hasta que vi a un chico correr hacia mí con un cuchillo en  su mano izquierda, la cual ya estaba manchada con algo de sangre. Corrí y agarre una espada y una mochila que estaban cerca mío. 
 
 -Iré al norte.- me digo. Parece un área segura con muchos escondites. Llego. Miro hacia atrás, no hay nadie, sigo  corriendo. La arena es un campo lleno de flores, árboles y algunos arbustos, también. Al norte, hay un laberinto, así que tomo el riesgo de morir rápidamente con cualquier cosa que encuentre allí. Al Sur, no lo sé, no miré hacia atrás. Al Este, arbustos y más flores, seguramente venenosas, como todo lo que se encuentra en la arena. Y al Oeste, árboles, aunque no demasiados. No es un buen lugar donde esconderse. ¿Cómo sé todo esto? Encontré una brújula en mi mochila. Supongo que si hay de estas en la arena, es por que las necesitaremos. Tal vez te hagan creer que el sur es el norte, o que el este e el oeste.  
 
Déjenme contarles sobre mí. Mi nombre es Serena. Serena Libby Nicholson. Tengo 14 años y vivo en Panem. Fui elegida como tributo para Los Juegos Del Hambre y aquí estoy. Soy del distrito 8. Quiero e intentaré ganar estos juegos. Se lo prometí a mi familia y a mis amigos.
 
El laberinto es enorme y tenebroso, pues en cada esquina reside algún peligro. Parece como si no hubiera salida. De pronto, caigo y me golpeo contra la pared.
 
-¡Auch!- grito. Y de la nada, veo como una figura sale de una esquina, tapa mis ojos y me lleva consigo. Quedo inconsciente.
 
Despierto, y me doy cuenta de que tengo mi cabeza vendada. Recuerdo lo que sucedió. Debí darme un golpe muy fuerte. Veo a un chico sentado a mi lado. Es de cabello rubio, casi dorado, y unos hermosos ojos azul oscuro. Su piel está bronceada. Quita la venda de mi cabeza y me ayuda a sentarme.

- Hola, soy Tyler. Vi como te golpeaste y decidí ayudarte. Solo ha pasado media hora. No estuviste desmayada por tanto tiempo. - dijo él, sonriente. - ¿Te gustaría ser mi aliada?

- Claro. - le respondo.- Por qué no. Así no estaré sola.

Descansamos por unos minutos. Luego, continuamos caminando. El laberinto cada vez es más oscuro. Hay muchas más trampas.

Continuará...

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